Stephen Hawking
Mito que seduce a la
utopía
La
escudería que complementa la sabiduría del hombre indudablemente es el
conocimiento, sin embargo, puede llegar a convertirse en un arma de doble filo.
Así lo afirmaba Sócrates, uno de los filósofos más importantes de la historia, “sostiene
con insistencia que nada sabe, y que solamente es más sabio que otros por saber
que nada sabe”. (Russell, 2007, p. 128). He aquí la gran paradoja, ¿la
humanidad debería conocer quién o qué creó el Universo?.
Stephen
Hawking, brillante y controversial físico, cosmólogo y divulgador científico
británico, tiene una opinión bastante lógica al respecto, para él la vida no
tendría sentido si la humanidad lo conociera todo. Con 70 años, y a pesar de sus
limitaciones físicas, causadas por la enfermedad motoneural que padece desde
sus 21 años, su pasión sigue siendo escudriñar entre los enigmas para
conseguirle una explicación legendaria a la creación del Universo.
Es
el enigma más magnánimo que pueda existir, pero al mismo tiempo, el más
tentador; el más seductor, y su respuesta cautiva los conocimientos de Hawking.
El 80% de su vida ha sido descubrir, y aún se siente en condiciones de conquistar
una gran teoría, la más cercana a la utópica realidad.
La
trayectoria de su carrera se fue construyendo como la de un verdadero
científico, entre experimentos; entre ensayos y errores, y refutando sus
propias teorías. Nuevos descubrimientos, más preguntas, menos respuestas, pero
muchos conocimientos que hoy lo hacen el cosmólogo más irreverente de la historia,
un hombre que tiene la valentía y las razones que muchos no tuvieron para
desafiar a la religión, el imperio más grande que ha podido existir.
Tal
vez haya una única explicación al gran enigma, y para Hawking “En el Universo
primitivo está la respuesta a la pregunta fundamental sobre el origen de todo
lo que vemos hoy, incluida la vida”. Pero todas estas conjeturas probablemente
forman parte de la simulación “… es infinitamente más poderosa ya que permite
siempre suponer (…) rescatar un nivel absoluto de realidad”. (Baudrillard, 1978,
p. 43). A partir de deducciones, Hawking desarrolló lo que metafóricamente se
podría llamar “la teoría del escepticismo” o bien, “la teoría de las dudas”, y
ha sido, en síntesis, el descubrimiento de más y más interrogantes que le seguirán
dando sentido al recorrido de la vida humana.
El gran rival
Existen
hipótesis contundentes que pudieran dejar en tela de juicio la posible “verdad
verdadera” del origen del universo. “… hay dos tipos de conocimiento general
que se caracterizan por su certeza o seguridad. Uno es nuestro conocimiento de
proposiciones evidentes. El otro es la
fe”. (Van Doren, 2006, p.27), es aquí donde se introduce la rivalidad de
Hawking con el imperio monopólico creyente “más fuerte” que ha sobrevivido a la
evolución de la humanidad, es decir, ciencia Vs religión.
Foto: Internet |
“No
soy religioso en el sentido normal de la palabra. Creo que el Universo está gobernado
por las leyes de la ciencia. Esas leyes pudieron haber sido creadas por Dios;
pero Dios no interviene para romper las leyes” (Stephen Hawking, periódico The
Times). El cosmólogo no descarta la posibilidad de que exista un ser supremo,
sin embargo, no comparte la idea de que esa figura celestial haya creado un
universo tan perfecto en un parpadeo.
El Universo en un agujero negro
El
agujero negro es aquella región del espacio, cuya densidad, provocada por una
gran concentración de masa en su interior, genera un campo gravitatorial, que
ninguna partícula material, ni siquiera la luz, puede escapar de ella. Hawking
sugiere que después del Big Bang se formaron diminutos agujeros negros
primitivos. Continuando con su investigación, calculó en 1974, que los agujeros
negros debían emitir térmicamente partículas subatómicas, hasta que gastan su
energía y se evaporar, ello es lo que hoy por hoy se conoce como radiación de
Hawking.
Foto: Internet |
Dentro
del marco de su investigación sobre los agujeros negros, Hawking, trabajó en
conjunto con Roger Penrose en los antecedentes de Einstein, donde llegaron a la
conclusión que el espacio y el tiempo han de tener un principio en el Big Bang,
y un final dentro de los agujeros negros. Sencillamente, esta es la explicación
del origen y fin del Universo.
Una voz en silencio
Millones
de personas en el mundo sufren de problemas de parálisis, movilidad reducida,
comunicación o amputaciones. El brillante Stephen Hawking padece de una
enfermedad motoneural relacionada con la esclerosis lateral amiotrófica (ELA),
que ha ido agravando su estado con el pasar de los años, hasta dejarlo casi completamente
paralizado, pero esto no ha sido limitación para divulgar sus investigaciones,
hoy por hoy se comunica a través de un aparato generador de voz, con tecnología
de interfaz cerebro máquina o BCI (Brain Computer Interface), Hawking es un
ejemplo de que la ciencia no tiene limitaciones, y que el conocimiento es la
escudería del hombre.
A
los 21 años le diagnosticaron la enfermedad y le anunciaron que no viviría más
de tres años. La ELA es una enfermedad que afecta a las neuronas motoras que se
van degenerando progresivamente. Causa la pérdida de movilidad y los músculos
se atrofian. Los síntomas se presentan al comienzo de la enfermedad en los
brazos y piernas y se van extendiendo al resto de las funciones motoras
voluntarias. Mientras la enfermedad va avanzando se presentan problemas para
hablar, tragar y respirar, pero no afecta a las neuronas sensitivas ni al
entendimiento, asimismo se mantiene la función sexual y el movimiento de los
ojos.
“Tenía
una nube sobre mi futuro, descubrí para mi sorpresa, que estaba disfrutando de
la vida en el presente más que en el pasado” (Orbe, 2012, alt1040), palabras de
Hawking que demuestran que a pesar de la adversidad física por la que estaba
atravesando, no había motivo alguno para desfallecer y no continuar disfrutando
de la vida, a la que puede llamar “el descubrimiento del todo”.
Stephen
Hawking, no solo es uno de los cosmólogos más brillantes de la historia, sino
que también es dueño de una voluntad inconmensurable. Día a día trata de
construir la estrategia perfecta para conquistar a su eterna enamorada, la
respuesta más cercana a la creación del Universo.
Siempre Hawking mantendrá un carta
bajo su manga para defender su posición como representante de la ciencia, “… existe
una diferencia fundamental entre ciencia y religión. La religión se basa en la
autoridad, y la ciencia se basa en la observación y la razón. La ciencia
vencerá porque funciona”. Es
así como el mito seduce a la utopía de querer conocer lo prohibido.